En el Lobby me encuentro con Yuri, quien ya me está esperando, vamos a desayunar y le digo que me urge comprar un cassette para hacer entrevistas, a mi urgencia se une Naim Araidi, poeta israelita que necesita cambiar dólares por bolívares y Gabriel Franco que ha tenido una emergencia dental. Nos ponemos todos de acuerdo y finalmente nuestros guías deciden que el mejor lugar a donde ir es el centro, una parte en particular: La Sabana. Hacia ahí nos enfilamos en compañía de Sussy Delgado, la poeta paraguaya, de Naim y nuestros chiquillos venezolanos Yuri, Felix y Zuleimis. El viaje lo hicimos en metro y fue una experiencia netamente latinoamericana.
La Sabana es una zona comercial en el centro de la ciudad con centros comerciales, tiendas y zonas peatonales en el medio de las cuales se ven kioscos con mesita para jugar damas y ajedrez. Ahí encontramos muchas de las cosas que necesitábamos pero los cassettes fueron un verdadero dolor de ovarios porque no había por ninguna parte, hasta que encontramos una tienda pequeñita en donde vendían discos y cassettes gravados y justo, sólo ahí tenían, en las demás tiendas nos decían que eso ya no existía... Y yo me pregunto, ¿cómo es que graban hoy en día porque no todos podemos comprar una grabadora digital de US$600.00? Pero bien, lo cierto es que los encontré y regresamos al hotel.
Luego el almuerzo, luego prepararnos para la ceremonia de inauguración que tendría lugar a las 8 de la noche en el Teatro Teresa Carreño.
A las cinco de la tarde nos reunimos todos en el Lobby y fuimos caminando hacia el teatro que queda al cruzar la calle. Una vez dentro nos explicaron la dinámica, todos tendríamos la oportunidad de leer un único poema, que sería nuestra carta de presentación a Venezuela, la espera fue larga, éramos 34 poetas en línea, pero también muy enriquecedora pues fue la única oportunidad que tuvimos de estar todos juntos y de escucharnos, más o menos.
Las estrellas de la noche: el Maestro Roberto Fernández Retamar y Linton Johnson, sin embargo, el público reaccionó a todos los poetas de una manera efusiva y cariñosa.
Los nervios, por supuesto, siempre presentes, pero potenciando aquella experiencia a su máxima expresión. El Teresa Carreño tiene espacio para unas 2,400 personas, no estaba totalmente lleno pero al menos el 75% del espacio se veía ocupado, es decir que por lo menos 1, 800 personas se encontraban en el evento.
Al terminar fuimos a la cena de gala en uno de los salones privados del Hotel, nos tomamos unos vinos, conversamos, reímos, nos conocimos y nos anticipamos con ansías a la semana que recién empezaba.
Luego el almuerzo, luego prepararnos para la ceremonia de inauguración que tendría lugar a las 8 de la noche en el Teatro Teresa Carreño.
A las cinco de la tarde nos reunimos todos en el Lobby y fuimos caminando hacia el teatro que queda al cruzar la calle. Una vez dentro nos explicaron la dinámica, todos tendríamos la oportunidad de leer un único poema, que sería nuestra carta de presentación a Venezuela, la espera fue larga, éramos 34 poetas en línea, pero también muy enriquecedora pues fue la única oportunidad que tuvimos de estar todos juntos y de escucharnos, más o menos.
Las estrellas de la noche: el Maestro Roberto Fernández Retamar y Linton Johnson, sin embargo, el público reaccionó a todos los poetas de una manera efusiva y cariñosa.
Los nervios, por supuesto, siempre presentes, pero potenciando aquella experiencia a su máxima expresión. El Teresa Carreño tiene espacio para unas 2,400 personas, no estaba totalmente lleno pero al menos el 75% del espacio se veía ocupado, es decir que por lo menos 1, 800 personas se encontraban en el evento.
Al terminar fuimos a la cena de gala en uno de los salones privados del Hotel, nos tomamos unos vinos, conversamos, reímos, nos conocimos y nos anticipamos con ansías a la semana que recién empezaba.
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