martes, septiembre 23, 2008

Gustavo Pereira y Luis Alberto Crespo en el Institu Andrés Bello

Gustavo Pereira y Luis Alberto Crespo: Poetas de Venezuela

Este día acompañé a los poetas Gustavo Pereira, homenajeado por el V Festival Mundial de Poesía de Caracas, y a Luis Alberto Crespo, director de la Casa Nacional de Letras Andrés Bello, institución organizadora del Festival, a un encuentro con jóvenes en el Instituto Andrés Bello, centro educativo del cual se graduó el poeta Pereira.

El colegio, fundado hace más de un siglo, es para el poeta Pereira un centro lleno de recuerdos, de cómo le gustaban algunas materias y odiaba otras, de cómo tenía especial afecto por algunos maestros y no tanto por otros, todos esos recuerdos que llenan el espacio de la infancia y adolescencia ya pasadas y que son la base de la sensibilidad de los artistas. Así que en un viaje en el tiempo, Gustavo caminó nuevamente por aquellos pasillos tratando de recordar qué aula estaba aquí y cuál por allá, qué maestro era el encargado de disciplina y cuales han sido las innovaciones al plantel. Finalmente nos recibieron en un salón multiusos en el que se juntaron varios jóvenes de diferentes cursos a escuchar a los poetas.

Luis Alberto les habló de lo que significa ser poeta, ser artista, del camino que hay que recorrer tanto en el aspecto intelectual y formal como en el humano, les contó la historia del Festival y las implicaciones importantes que este tiene para los poetas del mundo, pero sobre todo para los venezolanos, que una vez al año tienen la oportunidad de escuchar las voces poéticas más destacadas de los cinco continentes.

Por su parte Gustavo les contó su experiencia, les relató anécdotas de como la política a veces se riñe con la humanidad de los artistas y, sobre todo, lo importante que para él ha sido sentirse venezolano, una mezcla de culturas y razas que ha hecho de este pueblo la nación que ahora es. En Venezuela conviven los indígenas, los criollos, los negros, los blancos, sin rasgos de racismo, sin discriminación, sin odio. Y los artistas tienen que abonar a esta convivencia, tienen que defender sus raíces públicamente, es una responsabilidad y una obligación sentirse orgulloso de ser lo que se es y de provenir de donde se proviene.

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